lunes, 5 de agosto de 2013

LA FUERZA DEL COLECTIVO

Serbia

“No acudimos al campeonato como favoritos, ese rol se lo dejamos a otros. No podemos prometer nada excepto que lucharemos, nuestro objetivo son las semifinales”. Con estas palabras el seleccionador Ljubinko Drulović partía hacia Lituania para disputar el Europeo U19. El camino a Lituania no había sido fácil. Serbia ejerció de anfitriona en el Grupo 2 de la Ronda Élite y el equipo empezó arrollando a Eslovaquía. Sin embargo, la derrota ante Suiza daba voz a los primeros críticos de entre la tradicionalmente pesimista afición serbia. Sólo un equipo pasaría a la fase final y Suiza lo tenía todo de cara. Serbia no consiguió derrotar a Irlanda en el último partido del grupo, pero la derrota de Suiza ante Eslovaquía provocó el triple empate a 4 puntos en el grupo, decidido por el número de goles a favor del equipo balcánico. El pase in extremis reforzaba más si cabe la confianza del grupo. La actitud de Serbia, como país, hacia el deporte más popular del mundo era apática, provocada por los decepcionantes resultados de la absoluta, y las jóvenes águilas partían hacia el báltico con el objetivo de plantar un brote de esperanza en el corazón de su gente. 2 victorias y un empate en el grupo B del torneo abrieron el paso a las semifinales y el equipo se permitió soñar. La semifinal ante Portugal es el paradigma del carácter de la posteriormente campeona. A la entonación del himno yugoslavo por error del organizador lo siguió el abrazo de los once titulares, en coro, cantando a capela el himno actual de Serbia. Portugal respondió con autoridad al gol tempranero de Đurđević, pero un gol en el 85 del suplente Gačinović y la posterior tanda de penaltis desató la euforia. El bajón físico ante el combinado luso y el cansancio del equipo se hacía patente, pero sólo un paso separaba a la generación de un lugar en la historia del deporte serbio. El día 1 de Agosto, 18 jugadores más cuerpo técnico todos a una dieron el paso necesario para convertirse en leyenda. Serbia era campeona de Europa U19 al derrotar a Francia por 1-0.

El conjunto serbio ha destacado por la unión del vestuario y la identificación absoluta de cada miembro de la expedición con el escudo nacional. La muestra del compromiso de los jugadores es que el capitán Pavlovski rechazase la oferta de la Federación macedonia para incorporarse al combinado absoluto en la gira nórdica del pasado Junio. El seleccionador Drulović ha sumado disciplina y sentido colectivo al talento natural de la generación. Formados en 4-2-3-1 o puntualmente 4-3-3, Serbia ha sido sobre todo un equipo que ha demostrado oficio y disciplina sin balón, además de absoluta compenetración en los hombres del ataque. En  la porteria, Rajković se ha mostrado seguro por arriba y ágil en sus intervenciones, siendo decisivo en la semifinal ante Portugal al detener dos penaltis. La defensa ha sido estable, hecho impulsado por la presencia única de dos recambios en el banquillo, y se ha mostrado sólida. Los laterales han cumplido en defensa y ataque y la pareja de centrales ha funcionado a un nivel de compenetración satisfactorio. En la medular ha sido clave el reparto de roles. Maksimović aportó equilibrio, dando una lección de posicionamiento defensivo, siendo además pulcro y optimizando recursos con la posesión de balón. Milinković-Savić ha destacado en tareas más agresivas, siendo constante en la presión al rival en posesión. Por delante de estos dos, en la línea de mediapuntas ha brillado con luz propia el capitán Pavlovski. Recibiendo atrás (no es nuevo, en OFK es interior en un 4-3-3), cayendo a banda o como enganche clásico, cuando el equipo se ha atasacado ha aparecido para aportar fluidez al juego. Los extremos por su parte han sido una auténtica pesadilla para los laterales, tanto en el trabajo sin balón como en fase ofensiva. Đurđević, delantero centro por vocación y sacrificado a la banda derecha, ha sabido filtrarse a posiciones interiores y pisar el área. Luković por su parte ha sido dinámico e imprevisible, apareciendo por fuera o influyendo en el juego interior. Y enn punta, el primera espada de este equipo, Mitrović: su superioridad física ha sido total durante el torneo y ha permitido al equipo emplear el juego directo con garantías, saliendo airoso además de varios duelos a la hora de encarar pese a que la velocidad no es su virtud. No ha demostrado su capacidad goleadora, pero ha sido un auténtico líder.

Ljubinko Drulović, destacado por su carrera en el extranjero durante su etapa como jugador, expresaba su emoción tras la final: “Gané 14 títulos, jugué un Mundial y una Eurocopa, pero este es mi mayor éxito”. La confianza en las categorías inferiores, uno de los escasos motivos para el optimismo del fútbol en la región, se ha visto reforzada por la consecución del trofeo, que servirá de precedente y motivación a generaciones posteriores. En el plano individual, son varios los nombres que han despertado el interés de clubes por todo el viejo continente y más de uno espera el traspaso en el presente mercado.

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